Emilio era un estudiante bueno, al menos la mayoría del tiempo, pero a veces tenía sus problemas. Vale, ¡quién no fuera allá!
Su madre, en una de esos veces, le aconsejó regalar una manzana a su profesora, la señora Pérez. El día siguiente Emilio hizo eso, y la profesora se alegró, verdad, pues, ella no intentaba que lo influyera su valoración de Emilio.
Sin embargo, el próximo examen estuvo una de los veces cuando el chico logró, y los otros alumnos de la clase concluyeron que este éxito era por la manzana que el había regalado . Claro que todos los otros alumno empezaban a traer manzanas también.
Pero como todos trajeran manzanas, no resultó ninguna ventaja (parecida o no) para nadie, por eso los alumnos trajeron mas y mas manzanas, hasta el punto cuando la pobre profesora recibiera un kilo o más de cada uno de los niños. En este punto ella decidió a poner fin al habito. Inmediatamente dijo: Queridos estudiantes, gracias por todos los manzanas, pero no tengo nada ganas a abrir una frutería, entonces ¡Pro favor, quitad traerme manzanas ahora mismo!
Los niños estaban muy perplejo, pero cuando se consultaron entre ellos, llegaron a una conclusión unánimemente: El próximo día, todos los alumnos trajeron cada uno un kilogramo de naranjas.
Remate adicional (di a la profesora): Es posible que este cuento tiene una moraleja, pero no sé que. En vez de una explicación permita me a regalarte una manzana
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